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jueves, 16 de febrero de 2012

Me pregunto

Buenas tardes amigos de lo esotérico...

Hay algo que me embarga la mente, cientos de preguntas que no logro reponder, párrafos interminables de interrogantes que se escapan a mi conocimiento y me gustaría compartir con todos.
Aquí me encuentro en este salón de mi casa escuchando música variopinta (los que me conocéis sabéis que paso del rock más duro, al house pasándo por la rumba catalana) y reflexionando sobre la vida.
Estoy leyendo el "discurso del método" de Renéé Decartes, uno de los grandes filósofos de la historia de la humanidad. Es apasionante.

Hay formas y cosas concebidas desde el más puro surrealismo, cosas que vienen impuestas por lacras que la sociedad actual ha fijado sobre nosotros, cosas que no alcanzo a comprender. Siempre me ha gustado llegar al fondo de las cosas, descubrir de que color es la raíz de dónde se nutren y espero fascinarme al llegar y aprender de algo nuevo. Una cabeza como la mía bien lo merece, opino.

Que se nos pasó a los humanos por la cabeza para poner números a una esfera con agujas que da vueltas y marca cuantos látidos ha debido dar nuestro corazón a lo largo del día. El tiempo, el gran tiempo que se desliza sobre nuestras vidas en forma de prisa, de segundos, de puntualidad. Esta forma de control total del porque de cada una de nuestras acciones.
Pasar el tiempo, siempre ha sido una expresión que me ha fascinado. El tiempo nos une y nos separa, es el que marca cada momento y es tan efímero que parece mentira que algo parezca rápido.

Nos aferramos a sentimientos como pilares de la sociedad en la que vivimos, como una forma de vida, un gramo de realidad en este sueño del que quizá no consigamos despertar. Padecemos, sufrimos, amamos y esto es tan fuerte y nos hace tan grandes que no recordamos que somos demasiado pequeños para creer que lo controlamos.
Dicen que son meras descargas eléctricas entre este mar de neuronas de nuestro cerebro que nos guían hacía la lógica y el control de nuestras acciones. Algo que arroja algo de coherencia en este mundo loco, que no siempre gira igual para todos. No existe la verdad.

Buscamos constantemente descargas de endorfinas que nos hagan olvidar por un tiempo que nada es eterno, pero esta es la verdadera razón de nuestra existencia, creer que lo puede ser.
Afiliados al lenguaje para separarnos de todos los demás seres de la tierra y mejorar nuestras relaciones sociales que suponen un peso tan inmenso en nuestra sociedad.

Creamos la amistad, para sentirnos un pilar de algo, el formar parte de un ente total. La seguridad, el apoyo y la necesidad de saber que no caminamos solos, que si tropezamos allí habrán brazos que nos ayuden a levantar. ¿Y algo hay más bonito que la amistad?
Nunca encontré nada parecido.
Nos prohibimos de miles de cosas, y acatamos sin rechistar. Estas són las bases de una sociedad civilazada, todo lo que salga de esto nos arrastra a los tabúes, a las tribus a los conceptos.
Los conceptos son relativos, alguien decidió por mí lo que es normal, alguien me dijo el que debía respetar y como debía actuar. No todo es blanco o negro, aprendimos a odiar a las razas por falta de tiempo para pensar por nosotros mismos, discriminamos a los homosexuales cuando nadie dijo que ellos lo hicieran mal, sinó que no querían seguir ese camino establecido.

Vivimos el sexo con intesidad, nuestro instinto nos ayuda. Quizá aquello que nosotros queremos llamar instinto, es esa porción de nosotros que nos acerca a los animales.
Creemos en algo, con la misma necesidad de no poder soportar la idea de estar solos con nosotros mismos. Nunca fuimos tan malos con nosotros, nunca estuvimos tan cerca de nadie que de nosotros mismos. Nos conocemos mucho y nos gusta sentir que nos conocen, pero nunca como nosotros lo hacemos. A mi me gustar estar en este lugar que yo llamo "mis pensamientos" allí mando yo, allí conozco lo que se, hablo conmigo, me peleo constantemente y me daño y me curo mejor que nadie.
Creamos en nosotros mismos, somos el mejor Dios que existe. Nos justificamos en cada uno de los momentos de nuestra vida, pero nunca con nostros mismos. Siempre con los demás.

Miramos adelante como si mañana existiera y nos alegramos por ver salir el sol por encima de nuestras ciudades. Todas las canciones se escribieron para nosotros, todas hablan de nosotros, de lo que fuimos, de lo que somos, de lo que seremos, de lo que nos pasa por la cabeza y quizá sea porque en realidad todos los unos somos unos cuantos.

Nos encanta soñar, reír y conectar. La conexión nos hace realmente importantes, crecemos como personas y nos alegra la existencia. Nos hacemos gigantes y presumimos como un palomo que quiere cortejar a la hembra. Llegamos a medir varios metros y volvemos nuestra realidad.

Hacer lo que realmente queremos es lo que nos hace realmente libres y nos hace penetrar en las mentes de los demás y remover las nuestras propias. ¿hay algo que nos encarcele más que nuestras circumstancias? Palabras como porque, quizá u ojalá nos atacan, y todas ellas estan controladas por nuestra realidad.

Jamás quiero madurar, no como la gente lo entiende. Jamás diré jamás. Solo se que en el fondo me encanta preguntarme, porque me conozco más y dentro del masoquismo indiscriminado que emano en este escrito estoy enamorado de la vida y todo lo que la envuelve. Sigo forjando mi camino y llenándolo de piedras por saltar o por coleccionar.
Las lecciones son caminos que descubrir y que te ayudan a avanzar hacía lo que la gente recordará de ti, hacía aquello que realmente te llena a huir del dinero y de todo lo que no me lleve hacía adelante.

Como alguien me dijo alguna vez, unas veces se gana y otras se aprende. Yo sigo aprendiendo a aprender.

Hay veces que me pregunto pero no se contestarme.